Bienvenidos de camino a la locura

Espero que les guste el blog y disfruten visitándolo tanto como yo haciéndolo. Cualquier opinión será bien recibida.

La razón como medio efectivo.

Normalmente, cada vez que me doy una vuelta para escribir por éste lugar, totalmente apartado de las masas sociales que por Internet rondan, lo hago en medio de una sesión de estudio. Algo debe tener el hecho de estudiar que despierta mi espíritu crítico y mi ilusión por escribir algo que, definitivamente, plasme los pensamientos e ideas que por mi cabeza pasan, siendo esto, posiblemente, una de las cosas más difíciles para alguien que se pone a escribir. Saber transmitir de cabeza a texto con absoluta fidelidad. Ardua tarea.

Bien, el tema que trataremos hoy, viene motivado por una discusión que mantuve hace pocos días con un buen amigo y es aquello de si  la violencia es la solución a los problemas que vivimos. Éste chico, cree, firmemente que la violencia es el único arma efectiva que posee el pueblo para corregir aquellas acciones de nuestros gobernantes que consideramos injustas o desprovistas de empatía con sus ciudadanos. Cuando le intento rebatir me pone como ejemplo movimientos como el 15-M o me hace referencia directa a la revolución francesa y la forma en que se consiguieron los cambios deseados. (Además de que si se han conseguido cosas con movimientos como el 15-M) Firme en sus palabras, ha perdido la esperanza en cualquier otra forma de presión o, simplemente, le parece el modo más rápido y efectivo de actuación. Me niego a dejarme seducir por este fácil argumento.

En primer lugar, he de decir que no estoy de acuerdo con esta posición de violencia por varios motivos. Lo primero, no estoy de acuerdo con aquellos quienes promulgan la violencia a capa y espada o acusan a los ciudadanos de pasivos, solo porque no actúan de forma violenta. Somos pasivos, sí, pero no porque no actuemos de forma impulsiva lo somos. La mayoría de estas acusaciones vienen de gente, o asociaciones que tratan de que salgamos todos a la calle a darnos de golpes contra agentes de policía. Realmente, me indigna que se llame a la violencia, y, pocas veces en nombre propio y menos veces aún desde el ejemplo. Es muy fácil llamar a la violencia y a que se parta la cara el pueblo, mientras escribo detrás de un ordenador con la tranquilidad de que nada malo me pasará. Ellos no entienden porque no seguimos el ejemplo de Brasil o de Turquía y hacemos de nuestras calles un improvisado escenario de guerra. Quisiera ver a cada uno de ellos, en la línea del frente, llamando así, desde el ejemplo al pueblo para que haga lo mismo. No estaría de acuerdo, en esta medida, pero sería bastante más coherente.

Y, en segundo lugar, porque creo que sí hay otras muchas vías para conseguir nuestros objetivos. Las cuales no explotamos, por pasividad. Ésta si es para mí la verdadera pasividad del pueblo. El no explotar las alternativas de presión ante situaciones como las que vivimos hoy. Estas medidas pasan desde huelgas, a manifestaciones o, incluso, utilizando la herramienta más poderosa que poseemos, nuestro voto. No nos rebajemos a la altura de aquellos que  no dudan un instante en utilizar la violencia, aunque normalmente de manera incomprensible y contra grupos, habitualmente, desarmados e inofensivos. Creo, que es mucho más fácil llegar a nuestros objetivos a través de movimientos en los que reine la sensatez y la razón. Es bastante más probable que logremos así una victoria y no, en batallas físicas en las cuales partimos con desventaja. 

Tratemos de hacer ver al resto, que sí es posible un gran cambio sin la necesidad de caer en lo fácil de la violencia. Dejemos la violencia como últimisimo recurso porque no pongo en duda que se consiguen cosas con ella, pero tal vez se pierden más de las que se consiguen. Y, no dudo, de que antes o después el pueblo explotará y logrará aquello que se proponga y, muy probablemente no tengamos que ponernos al nivel de otros. El pueblo unido jamás será vencido. 


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